Daniela Gallegos analiza las ideas del esloveno Slavoj Žižek a partir de su conferencia en la Oxford Union hasta su obra filosófica y psicoanalítica publicada en los últimos años. La autora reflexiona sobre la complejidad y controversia de Žižek, destacando su enfoque interdisciplinario que mezcla filosofía, psicoanálisis y cultura popular. A pesar de admirar su capacidad para cuestionar paradigmas establecidos y estimular el pensamiento, sospecha de la falta de sistematicidad en sus argumentos y de su tesis fundamental respecto al psicoanálisis lacaniano como piedra angular de la filosofía. Daniela concluye que Žižek, aunque valioso como divulgador, no logra consolidarse plenamente como filósofo, dejando mucho que desear en torno a su método y contribuciones intelectuales.
El pasado 26 de noviembre de 2024, Slavoj Žižek fue invitado a la Oxford Union Society, una de las sociedades de debate más prestigiosas, debido a su reputación por atraer figuras de renombre internacional desde 1823, tales como Stephen Hawking, la Madre Teresa y Albert Einstein. Comenzó con una ovación parecida a la que recibiría el mismísimo Mesías. Una muchacha con bufanda rosa lo miraba embelesada. A lo largo de la conferencia, habla de sus preocupaciones sobre la reelección de Trump del 5 de noviembre, el fracaso de la democracia y la dificultad que enfrentan los Estados hoy de reproducirse legalmente en sus propios términos ideológicos lo que hace que necesiten el soporte de una violencia brutal e ilegal. El ejemplo que pone es Haití, donde el 80% del territorio es gobernado por ganks.
Sabemos que tenemos tres amenazas principales en el mundo: ecología, guerra, migración. “Me gusta coquetear con la mecánica cuántica, en específico, con el colapso de superposiciones cuánticas”, dice Žižek. Asevera que, en las superposiciones de la física cuántica, una partícula va de un punto A a un punto B, pero para entender qué pasa, debe presuponerse que, en este estado virtual de ondas, la partícula toma todas las raíces posibles y en una colapsa. Piensa que estamos hoy en un momento histórico que puede representarse así. ¿Quién sabe a dónde vamos? El problema es cómo interactúan migración, ecología y guerra. Ahora estamos en un estado de superposiciones, su resultado, el traslado del punto A al punto B, puede ser un nuevo socialismo, un nuevo barbarismo con islas de civilización a su alrededor, o en el peor de los casos un estado de violencia asesina, etc. Piensa que el resultado más probable es el fascismo suave: si usted quiere participar en la dinámica capitalista, sea consciente de que solos y libres, capitalismo y liberalismo, pueden derivar en una desintegración social.
Mientras miraba la conferencia, no pude evitar asomarme a los comentarios publicados en YouTube. El común denominador era la admiración casi fanática hacia Žižek: “Clásico de Žižek. Lo escucharía mil veces”. “Gracias a Dios que existen personas como Žižek”. Al mirar la conferencia entendí el porqué de los comentarios. El esloveno reconocido por la misma Oxford Union Society como filósofo es una figura controversial no sólo en el mundo de la academia donde se le cuestionan los fundamentos teóricos de sus propuestas más polémicas, sino también en el mundo de la cultura y la política. Al hablar, sin duda, es notoria la autenticidad de sus preocupaciones con respecto a las crisis civilizatorias de los últimos años. El estudiante, en el transcurso de casi 50 minutos apenas puede hacerle 3 preguntas dada la gran proclividad del esloveno en pasar de un tema a otro a propósito sin inmutarse. A pesar de la sabida devoción que la mayoría le tiene a Žižek, tengo muchas sospechas hacia los fundamentos de sus tesis, y es por eso que permanezco escéptica al supuesto éxito de Žižek. Me parece que sus fans le creen porque apenas revisan estos presupuestos. Pero es preciso hacerlo.
Cuando leí su libro Goza tu síntoma, publicado por primera vez en 1992, vi que justo como en la entrevista, utiliza ejemplos de la cultura popular o presupuestos científicos para probar diversas tesis que reflejan la realidad de aquella década. Son ejemplos agudos por ser todavía relevantes y actuales, de hecho, muchos conectan con lo que dijo hace unas semanas en Oxford. Como punto de partida, me interesa hablar sobre la distinción que lleva a cabo en Goza tu síntoma entre ejemplos materialistas e idealistas platónicos. Con esta distinción justifica su uso de referentes de la cultura popular para introducir conceptos filosóficos y lacanianos.
Los ejemplos materialistas, de acuerdo con Žižek, trascienden las barreras de aquello que representan, como si “sacaran” lo que está reprimido en la noción ejemplificada, es decir, dan un mayor espacio de interpretación a las nociones que ejemplifican porque fungen como símbolos de una misma idea en un horizonte de comprensión. Un ejemplo materialista sería, según Žižek, “el singular universal: una entidad singular que persiste como universal en la multitud de sus interpretaciones” (Žižek, 2021, 16). La diferencia entre el uso material y el uso idealista es que en el segundo nunca se proporcionan ejemplos que puedan expresar perfectamente lo que se busca ejemplificar y, por ello, no hay que tomárselos de manera literal. El autor no da un ejemplo del uso idealista, pero imagino que tiene en mente a Platón y a los constantes ejemplos que introduce para argumentar la tesis en cuestión. Pienso en la metáfora del carro alado del Fedro para hablar del alma, en el mito de la caverna de la República, el del andrógino para hablar del amor en el discurso de Aristófanes del Banquete, analogías con el sol que simboliza el Bien, o la línea dividida en República VI, etc. En cambio, el uso materialista da cuerpo al ejemplo, va más allá de él. Según Žižek en ello radica el procedimiento materialista de Hegel en su Fenomenología. Pero en realidad, Hegel entendía a la realidad como el desenvolvimiento de esta Idea que descarta Žižek. Para él este “enfoque idealista siempre exige una multitud de ejemplos: como ninguno es de por sí plenamente adecuado, es preciso enumerarlos para indicar la riqueza trascendente de la Idea que ejemplifican […] un materialista, al contrario, tiende a repetir un ejemplo, siempre el mismo, y a volver a él de manera obsesiva… como mariposas alrededor de la luz, en torno a un sólo ejemplo” (Žižek, 2021, 16). No puedo decir que Žižek esté equivocado en que el enfoque supuestamente idealista no encuentra en los ejemplos algo tan prístino a la Idea que busca ejemplificar, pero tampoco concuerdo en que Žižek sólo emplee obsesivamente un ejemplo en específico. Diría más bien que su obsesión radica en recurrir a un sinfín de referencias que, si bien se anclan a una premisa inicial, sobrecargan la argumentación volviéndola un cambalache de autores más que el pulcro tratamiento de una Idea.
En el primer capítulo de Goza tu síntoma, el esloveno comienza por hablar de la irrupción de la risa en el cine mudo de Chaplin. Asevera que ésta le quitó la inocencia preedípica oral-anal a su cine, para luego hablar de la sublimación y la muerte en la película The city of lights. En el resto del capítulo elabora su propia interpretación sobre el seminario “La carta robada”, en el que Lacan desarrolla una nueva y radical concepción sobre el psicoanálisis a partir del cuento con el mismo nombre de Edgar Allan Poe. Desde luego sigue tomando ejemplos de Chaplin y del largometraje The City of lights, pero los enreda con un montón de referencias a Derrida, Marx, Hegel, Kant, Gilles Deleuze, Michel Chion, Hitchcock, Barbara Johnson, Eric Ambler, Peter Brueghel, Mozart, Wagner, al presidente iraní Alí Jamenei, Lévi-Strauss, Bette Davis, los mandamientos de Dios, Las Mil y una Noches… y a un sinfín de nombres más.
A propósito de la diferencia entre el ejemplo materialista y el ejemplo idealista platónico, me vienen a la mente los Diálogos de Platón. En ocasiones se le critica a Platón el carácter mundano de sus ejemplos, que podría hacer de sus diálogos una especie de pseudofilosofía que en el fondo es literatura. Si bien Platón es un dramaturgo, siempre va hilvanando cantidad de argumentos con una coherencia sistemática y argumentativa. En el caso de Žižek no es así. A veces parece que sus argumentos son una especie de rompecabezas que embonan mal y cuyo único objetivo es probar alguna tesis filosófica que, en el fondo, es psicoanalítica. Mientras leía Goza tu síntoma, me imaginaba qué pasaría si Sócrates y Žižek se pusieran a dialogar. Žižek terminaría molesto y emberrinchado porque Sócrates lo habría llevado a contradecirse a sí mismo en torno a la definición de filosofía.
Me pregunto si Žižek es realmente un filósofo. El hecho de que, como lo señala la contraportada de su libro Chocolate sin grasa, haya estudiado filosofía, no lo autoriza para ser un filósofo. Cualquiera puede estudiar filosofía, citar filósofos y parafrasear sus teorías, pero no todos pueden hacer filosofía. Y Žižek parece no hacerla. En el prólogo de Contra la tentación populista y La Melancolía y el Acto (2022) Žižek sostiene que sólo la filosofía atravesada por el psicoanálisis puede enfrentarse a los problemas actuales de la ciencia moderna: “Como mucho, lo que queda de filosofía son reflexiones epistemológicas en el proceso de los descubrimientos científicos” (Žižek, 13). ¿Quiere decir esto que el psicoanálisis debe ser el marco analítico para elaborar diagnósticos de la realidad? O ¿se refiere a que la filosofía debe ser psicoanálisis? ¿En qué sentido el psicoanálisis debe atravesar a la filosofía? A mi juicio, Žižek es más bien un pensador que reacciona a los conflictos de la actualidad y que desde el psicoanálisis busca posicionarse como filósofo haciendo referencias a ciertos autores de la tradición filosófica según la premisa que quiera probar. Aun cuando la jerga lacaniana que Žižek suele usar retoma premisas de filósofos como Foucault y Derrida, no por citarlos adquiere rigor sistemático. Tal parece que para Žižek hacer filosofía es sentar al mundo en el diván rojo de su consultorio para que, recostado en él, confiese sus problemas. No se puede hacer filosofía a partir de meras citas y pensamientos desordenados.
Otra pregunta que me acompañó en la lectura de Žižek es si la filosofía sólo puede considerarse como académica. ¿Será que mi escepticismo se debe a que desde hace unas décadas Žižek es un intelectual público? ¿Se puede decir que algo es filosofía cuando los artículos se inscriben en el marco de la academia y se encuentran indexados en revistas especializadas? ¿Deja de haber filosofía cuando, como sucede en el caso de Byung-Chul Han, los libros que supuestamente la contienen se venden como pan caliente? No creo que la filosofía se defina por su carácter académico. Tampoco me parece que se defina por el público que la lee o por la cantidad de libros vendidos. La filosofía, en su sentido más prístino de búsqueda de conocimiento, de investigación y rigor científico, quedó subyugada en el espejismo del éxito académico que se manifiesta de manera cada vez más gravosa en los managers que se apoderaron de las universidades. Ante un panorama así, creo que la filosofía debe recuperar las preguntas esenciales guiada por una búsqueda genuina del conocimiento. La filosofía nunca fue parte de una moral del éxito adaptativo, por eso mataron a Sócrates. A causa de su burocratización, rangos y jerarquías, la filosofía parece no tener futuro en la universidad.
La diferencia entre filosofía y divulgación es la misma que describe Sócrates en el Gorgias de Platón en relación con la retórica y la medicina. El objeto de estudio de la primera, según Gorgias, es la justicia. Sócrates le responde que la retórica no produce ciencia: convence con base en la creencia y la adulación sin saber cuál es realmente la naturaleza de las cosas. Sócrates introduce así la distinción entre las terapias y pseudoterapias del cuerpo y del alma. Las pseudoterapias forman parte de la adulación que las define. Su objetivo no es el bien que buscan las artes, sino aparentarlos mediante engaños. Los sofistas y retóricos, por ejemplo, nos hacen creer que, no obstante nuestra ignorancia, somos sabios, como cuando creemos serlo al comprar los libros de Žižek que no son más que retórica salpicada de comentarios picantes y morbosos. Mi desconfianza hacia él se debe no sólo a que considero sus libros como mera divulgación, incluso si exigen un público muy versado en temas de cultura, psicología, política, cine, música, arte, literatura, psicoanálisis, y filosofía, sino también a que Žižek parte de un concepto erróneo de la filosofía. No quiero decir con esto que el psicoanálisis tenga que depender de una disciplina para lograr decir algo más que especulaciones epistemológicas. Tampoco me parece necesario descartar por completo al psicoanálisis, pues los problemas hoy no son “propiedad” de una sola disciplina. El error de Žižek es más profundo. Según él, “los problemas filosóficos más elementales se vuelven cada vez más problemas científicos” (Žižek, 2022, 13). Lo que equivale a decir que si la ciencia se hace preguntas sobre el libre albedrío la filosofía sólo puede ahora especular sobre la libertad. En mayo de 2023, The Institute of Arts and Ideas publicó en YouTube una entrevista a Žižek llamada How philosophy got lost. En ella dice que la filosofía sólo puede hacer un examen de la realidad, pero no puede ofrecer soluciones. En Goza tu síntoma, critica la urgencia de tener un compromiso práctico frente a las crisis civilizatorias actuales y propone la espera crítica y meditada: “Hay situaciones en las cuales lo único verdaderamente ‘práctico’ que puede hacerse es resistir la tentación de comprometerse de inmediato, y ‘esperar y ver qué pasa’ por medio de un paciente análisis crítico”. Estoy de acuerdo con esas afirmaciones. Lo que no comparto es su idea de que ahora las preguntas de la filosofía pertenecen a la ciencia. Cualquier disciplina puede hacerse cuestionamientos sobre la realidad y no por ello los problemas dejan de ser parte de una disciplina para pasar a ser de otra. La aseveración de Žižek tan sólo confirma la interdisciplinariedad inherente a los problemas y a sus soluciones. Si nos ceñimos a lo que Žižek plantea, entonces el psicoanálisis tampoco podría sobrevivir, pues al final sus planteamientos podrían también ser suplantados por la ciencia cognitiva y al “progreso” tecnológico en torno a la inteligencia artificial. ¿El Yo, el Ello y el Superyó no podrían ser meras conexiones neuronales? Peor aún, ¿no podrían traducirse en códigos o algoritmos?
No olvidemos por otro lado que la ciencia misma tiene problemas en sus planteamientos y los paradigmas sobre los que descansa pueden tambalearse con el paso del tiempo. Con todo y sus avances, la ciencia no puede especular sobre sí misma y sus alcances están fuera de los límites de su definición. De ahí que la filosofía sea hoy más relevante que nunca: ofrece un horizonte crítico desde el que se puede diagnosticar no sólo los problemas que vivimos, sino también los estatutos de las disciplinas que intentan responder a ellos. Creo que Žižek falla en comprender correctamente el verdadero significado tanto de la filosofía como de la ciencia y comete el error de no comprender la verdadera naturaleza de los problemas actuales. Concuerdo con Žižek en que hay que promover la espera crítica antes de lanzarse al precipicio del compromiso práctico, pero soy escéptica ante su definición de la filosofía y, por lo mismo, su sistema “filosófico” atravesado por el psicoanálisis no me convence.
Difícil de clasificar y, por lo mismo, de criticar, Žižek no hace ni filosofía ni psicoanálisis ni crítica de cine en sentido estricto. Es sólo un pensador que tiene buenas intuiciones e interpretaciones sobre diversos autores y temas. No hay por ello en su pensamiento un planteamiento žižekiano. El suyo es un subproducto de Lacan, Freud, Hegel, Kant, Marx, Derrida, entre otros, a quienes cita con frecuencia; me atrevería incluso a decir que sus escritos son paráfrasis de ellos.
Pensé que Žižek había recapacitado cuando publicó La incontinencia del vacío. Enjutas económico-filosóficas (2023). Su portada me daba esperanzas, como si dentro del libro hubiera una respuesta a la crítica que le hago. Comencé a leerlo con la mente abierta, pero volvió a decepcionarme. Su Introducción mostraba no sólo que no había cambiado, sino que, como una infección viral no atendida, la enfermedad se había vuelto más grave. Como en sus libros anteriores, en éste Žižek parte de la intención de confrontar textos mayores y menores para desafiar nuestras percepciones habituales sobre diversos estatutos filosóficos de la tradición occidental. Piensa que, haciendo cortocircuito entre libros inferiores, en términos de marginación del corpus hegemónico, y libros mayores de autores de renombre tradicional puede hacerlos legibles de una manera novedosa. Para ello utiliza el psicoanálisis lacaniano, lo que termina en un tipo de objetivo de aprendizaje digno de la Secretaría de Educación Pública: “Después de leer un libro de esta serie, el lector no sólo debería haber aprendido algo nuevo: la idea, más bien, es que sea consciente del envés ⎯perturbador⎯ de lo que siempre ha sabido” (Žižek, 2023, 8).
Su error principal está en creer una vez más que el psicoanálisis por su sola definición supone una herramienta teórica base para desafiar cualquier presupuesto de la cultura occidental hegemónica, y una fórmula que asegura no sólo que existe un “envés” para todos los campos, sino también que el lector sabrá de manera consciente lo que siempre ha sabido sin saberlo. Aun si esto fuera posible, pregunto dos cosas: ¿El psicoanálisis no descansa sobre esas mismas disciplinas que pretende desafiar? ¿Su premisa implicaría que las disciplinas descansan sobre principios que sólo pueden ser revelados por el psicoanálisis? Incluso si concedemos que en todo hay algo escondido que deba revelarse, ¿no el psicoanálisis podría sufrir el mismo mal de tener un envés no revelado? ¿Acaso revelarlo no sería hacer filosofía? Pretender que el psicoanálisis es inmune a sí mismo es absurdo. Esa pretensión sólo podría ser filosófica en sentido estricto. Žižek habla del psicoanálisis como si estuviera exento de cualquier desafío. Pretende hacer de él un “nuevo sistema” para contravenir lo “hegemónico”, socavar lo viejo y repensarlo de una nueva forma. Si su pretensión es cuestionar y revisitar todo lo occidental, ¿no debería estar inmerso también en su contraparte, en lo oriental, lo árabe, lo chino y demás?
Con todo, aunque se asome un intento filosófico por desafiar lo ya sabido, no existe una justificación en Žižek de esos cuestionamientos, pues el paso obvio es preguntarse por el criterio de elección de tales textos menores. Cuestionarse también qué clase de intuiciones podrían salir a la luz y entender si más bien no es el mismo discurso de sus otros libros. Como si Žižek estuviera leyendo esta crítica mientras la escribo, recurre a un término de la arquitectura para hablar del método que utilizará en este libro. La sorpresa fue tan rápida como la decepción cuando vi el término en cuestión: “enjuta”. Es el mismo que utiliza en su libro Contra la Tentación Populista (2022). Según la arquitectura la “enjuta” es la superficie que resta de encuadrar a un círculo en un arco. Para el autor, las reflexiones de este libro actúan del mismo modo: llenando los resquicios entre filosofía, psicoanálisis y la crítica de la economía política. Esto es por demás extraño. Si bien me parece loable la pretensión de construir un conocimiento a base de enjutas y arcos de culturas hegemónicas heredadas, es preciso comprender qué clase de conocimiento surgirá a raíz de ello. Además, en el prefacio ha dicho que el psicoanálisis sería la herramienta, digamos teórica, de la serie de cortocircuitos, y luego pasa a decir que el objetivo es encontrar una nueva forma de legibilidad entre el psicoanálisis, la filosofía y la crítica de la economía política. ¿Bastan las enjutas y los textos menores para establecer una conexión de tales magnitudes? ¿El psicoanálisis es la herramienta y lo desafiado a la vez? ¿Qué clase de enredo es este?
Mi decepción fue aún más grande al leer la justificación de su método. Según Žižek, las partes del libro seguirán una estructura sistemática basada en la tríada UPS que refieren a lo universal, lo particular y lo singular, respectivamente. La primera refiere a la dimensión universal de la filosofía, la segunda a la dimensión particular de la diferencia sexual, y la tercera a la dimensión singular de la crítica de la economía política. Según Žižek, “el paso de una dimensión a otra es inmanente en sentido estricto: el ontológico Vacío del Otro excluido es accesible solo a través de los impasses de la sexuación, y la perspectiva actual de la abolición de la sexualidad, es decir, de un cambio en la propia ‘naturaleza humana’, posibilitado por el progreso tecnocientífico del capitalismo global nos obliga a desplazar el foco de la crítica de la economía política” (Žižek, 2023, 9).
Traté de seguir su método en uno de sus capítulos cuyo título me recordó mucho a Kant: “Antinomias de sexuación pura”. El subtítulo es “De Kant a Hegel”. Aquí, Žižek introduce la problemática que Kant detectó con la imposibilidad de saber qué es la cosa en sí y de la muerte de la metafísica, y de cómo Hegel, con su dialéctica, intentó conciliar ambas posturas. Para Žižek la solución es citar, si seguimos su método, una obra menor titulada “El sexo y la eutanasia de la Razón”. Su autor, Joan Copjec trazó una relación entre las antinomias de la razón pura de Kant y las fórmulas de sexuación de Lacan. No estoy segura, pero Kant podría estarse revolcando en su tumba en estos momentos.
Unos renglones después, Žižek utiliza la palabra analogía para introducir al texto menor de Copjec para hacer el dichoso cortocircuito. En ese sentido, creo que una analogía es muy distinta a lo que él pretende hacer. Nos anunció en un inicio que buscaba hacer “enjutas”, una intersección que cuestione por completo los estatutos hegemónicos occidentales de la tradición filosófica. Si bien de algún modo sí trata de resolver ciertos dilemas filosóficos, al final termina por darnos analogías, meros ejemplos. Y es esto lo que siempre está haciendo, en todos sus libros.
Aunque considero que tiene razón en que quizá puede haber intersecciones entre diversas disciplinas, creo que éstas deben tener un fundamento ulterior, y ese fundamento no lo veo. ¿Por qué Lacan y no otro? ¿Por qué no Freud? ¿Fue por la afición de Žižek al psicoanálisis? ¿Cuál es la justificación por la que trata de hacer estas “enjutas” (que a mí parecer al final no son enjutas, sino que más bien analogías)?
Al final, admiro su compromiso e interés por cuestionar la realidad en que vivimos, y la valentía para proponer temas tan polémicos debatiendo con tipos como Jamil Khader que le advierten que sus tics corporales son una manifestación del desesperado intento por demostrar al mundo que es un filósofo de verdad. Para criticarlo, no hace falta, como hace Khader, atacar la persona de Žižek. Es un buen divulgador que, aun con todo lo que le cuestiono, logra poner de cabeza los paradigmas desde los que solemos comprender la realidad. Si se le lee, no hay que olvidar que es un autor híbrido, extraño e incoherente en muchos sentidos. Su único acierto es poner a prueba nuestro conocimiento sobre la cultura y filosofía occidentales. Le da tantos giros a los contenidos filosóficos heredados que desafía lo ya aprendido. Es como si alguien escribiera mal un libro a propósito para mejorar tu ortografía, proponiendo lugares en donde las reglas gramaticales se olvidan o tergiversan, para que sean corregidos. Si me inclinara por categorizarlo, diría que se trata de un psicoanalista enamorado del cine que juega a ser filósofo.