Con el reciente fallecimiento del Papa Francisco, muchas dudas se abren ante nosotros. Algunas toman la forma de desafíos. ¿Qué hacer, nos preguntamos, con el legado de Francisco? Más allá de la fe católica, su papado estuvo marcado por una defensa constante de los más desfavorecidos, el cuidado del medio ambiente y la búsqueda de la justicia social. Su partida, por tanto, nos deja no sólo el dolor de la pérdida, sino también el peso de una tarea pendiente. Es en este sentido —y con ese impulso— que quiero hablar de economía y comunión.
En la encíclica Laudato Si’, el Papa Francisco escribe sobre el “Destino común de los bienes”. Sostiene que la defensa, por parte de la Iglesia, respecto de la propiedad privada, no se da pensándola como principio absoluto, sino en tanto que cumple una función social (Laudato Si’, n. 93, 2015). Esta preocupación por el carácter social de la economía es una herencia que se remonta a los inicios de la Iglesia.
En concreto, la epístola de Santiago señala la importancia de evaluar de manera crítica la relación que adquirimos con nuestros co-mundanos a partir del uso de la riqueza. En el apartado de “Amonestación a los ricos”, Santiago enfatiza acerca del papel de opresores que los ricos ejercen sobre sus trabajadores, y la condena que su posesión de tan vasta riqueza significa para los pobres.
Cuando el Papa vincula la propiedad a su función social, lo que está haciendo es subordinarla al “destino común de los bienes”: al hecho de que Dios da la tierra a todo el género humano sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno.
El Papa nos da una base para interpretar lo dicho por Santiago: la economía posee el carácter de relación social, i.e., lo que hacemos con la riqueza afecta a nuestro prójimo; la riqueza está subordinada al designio divino del destino común; por lo tanto, lo que hacemos con los bienes ha de ir acorde con el mandato de Dios que pide, para su administración, la consideración del bien de todos.
La idea de una administración común de los bienes al interior de la comunidad cristiana, i.e., de la Iglesia, se encuentra ya hiperpresente en el Nuevo Testamento. Tal que en Hechos de los Apóstoles 4:31 leemos: “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma: y ninguno decía ser suyo algo de lo que poseía; más todas las cosas les eran comunes”. Luego, en Hechos 4:35: “Y lo ponían a los pies de los apóstoles; y era repartido a cada uno según que había menester”.
Al respecto, hay que destacar el uso del término griego πλῆθος, traducido al español como “multitud”, que se distingue por hacer referencia a una cantidad grande, en este caso, a una gran cantidad de cristianos que formaban parte de una misma comunidad. A lo largo del NT, el mismo término suele mantener un sentido de completitud. Un corazón y un alma, señala Lucas, unidos por la gracia del Espíritu Santo. Cosa no menor para el cristiano, en el que el Espíritu Santo posee el fuerte carácter de administrador de los bienes materiales y espirituales de la ἐκκλησία, la comunidad universal de los creyentes en Cristo.
De lo poseído individualmente, nadie decía que fuese suyo. En cambio, era común a la multitud. Este gesto no puede pensarse sólo como uno simbólico, sino como uno fáctico y vivo. Los bienes eran dejados a disposición, más no a propiedad, de los apóstoles —como parece querer enfatizar Lucas con la idea de dejar “junto a los pies” (παρὰ τοὺς πόδας)— para que fueran ellos quienes los administraran, repartiendo a cada uno según sus necesidades.
He aquí dos principales desafíos que me gustaría plantear a la fe cristiana: el primero, el cuestionamiento de la propiedad privada desde la doctrina misma; el segundo, la consideración de las raíces comunitaristas del mensaje de Cristo. Existe el debate sobre la terminología con la que se ha de designar el tipo de organización social que las comunidades cristianas primitivas sostenían.
Hay quienes apuntan a algún tipo de comunismo. En la entrada sobre comunismo de The Oxford Handbook of Political Ideologies, Brown sugiere que las ideas comunistas preceden por mucho a Marx y Engels; a la par, afirma que estas se definen por la propiedad común y la abolición de los rangos y los privilegios (2013, p. 364). No solo el primero, sino también el segundo punto está presente en los fragmentos analizados de Hechos, pues no había jerarquías sino que la comunidad estaba unida por el Espíritu y nadie poseía más que lo que necesitaba.
He de señalar que el término comunismo carga con la signatura bien ganada en la historia de ser, antes que nada, un movimiento político revolucionario, si no ateo, por lo menos agnóstico. Por lo cual, he de decir que el título se queda corto o, por lo menos, se vuelve confuso al hablar de una comunidad en comunión con Cristo.
Ahora bien, esto no responde a una pregunta muy pertinente en la actualidad: ¿cómo habríamos de organizarnos ahora? El cristiano no puede dejar de voltear a las Escrituras, ni ignorar el modo de vida de la Iglesia en estas expuesto. No obstante, tampoco puede desentenderse del estado actual de las cosas. La realidad en que vivimos es muy diferente a la de Santiago y los Apóstoles.
Frente a esto, de nueva cuenta propongo como labor ya no solo religiosa, sino también social y política, voltear hacia el Papa Francisco e indagar en las propuestas sociales que él ha querido enfatizar. Propuestas que, de acuerdo con Jamison (2022), se sostienen sobre ideas distributistas radicales —las que serían una profundización del distributismo de pensadores como Chesterton— y los principios sociales del catolicismo.
Mi sugerencia no es otra que observar atentamente las medidas políticas a las que es conducido todo cristiano después de una profunda reflexión que conjugue doctrina y statu quo, y tomar acción bajo el mismo principio cristiano que la Carta de Santiago (2:17) adhiere: “la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma”.
Referencias bibliográficas
Brown, Archie. “Communism.” En The Oxford Handbook of Political Ideologies, editado por Michael Freeden, Lyman Tower Sargent y Marc Stears, 364–384. Oxford: Oxford University Press, 2013.
Francisco. Laudato Si’: Sobre el cuidado de la casa común. Vaticano, 24 de mayo de 2015. https://www.vatican.va/content/dam/francesco/pdf/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si_sp.pdf.
Jamison, Tracy. “The Dream of Pope Francis — Socialist? Capitalist? Distributist?” Where Peter Is, December 22, 2022. https://wherepeteris.com/the-dream-of-pope-francis-socialist-capitalist-distributist/.
Vidal, César, ed. Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español: Texto griego, traducción interlineal, versión Reina-Valera 1960. Nashville: Editorial Nelson, 2011.