En memoria de José Molina
Este breve comentario a Tzedek, dikaiosyne, ‘adl. Reflexiones sobre la justicia en las fuentes del judaísmo, el cristianismo y el islam (México, NUN, 2023), está atravesado por emociones personales que, antes que pretender suprimir, encaucé para escribir con ellas. El libro comentado me convoca de muchos modos, pero muy particularmente el capítulo escrito por José Molina Ayala, titulado “Justicia paulina”. José Molina fue uno de los más importantes interlocutores que tuve en la UNAM durante el proceso de redacción de mi tesis doctoral en torno a Pablo de Tarso, hace ya algunos años. Dicha interlocución tuvo la característica de un feliz desacuerdo. Él no coincidía con ciertos aspectos políticos de mi lectura de Pablo, y sin embargo me leyó y me orientó con el mayor esmero. Era tan amable y generoso; prestaba atención a cada idea aun cuando contradijera sus convicciones y, antes que cerrar la escucha, pedía siempre más y mejor argumentación. En ese sentido era su generosidad: sabía habitar el desacuerdo de una forma amistosa y sin condescendencia —a saber, lo único que verdaderamente permite la amistad—. Leer su capítulo en este libro ha sido volver a conversar con él, y el presente comentario, si bien considera el libro íntegro en algunos puntos, en mayor medida se concentra en el asunto específicamente paulino. Es, pues, una continuación de mis conversaciones con el profesor, una vez más desde el desacuerdo mas con un inmenso cariño y agradecimiento por seguir siempre aprendiendo de él.
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- Justicia y perdón
La idea del perdón está en el fondo de la importante pero siempre problemática pregunta por la justicia, y atraviesa todos los capítulos de este libro. El perdón ha sido no sólo concebido, sino ya implementado como una forma de justicia, por más que desde ciertos puntos de vista se trataría, antes bien, de su contradicción e imposibilidad —el estoicismo antiguo, para no ir demasiado lejos, llegó a considerar el perdón como una forma de suspensión de la justicia y desde ahí lo pensó como problema ético— (Braicovich, 2019).
En el presente libro, en su ensayo “Voces de ‘justicia’ en la Biblia hebrea y sus resonancias universales en nuestros días”, Silvana Rabinovich refiere la existencia en la literatura rabínica de una vara de justicia llamada midat harajamim: la vara de la misericordia, de la justicia subjetiva y no rigurosa, la que atiende al contexto y atiende singularidades, dice Rabinovich, particularmente cuando “se muestra compasiva con los motivos de los oprimidos” (2023, p. 24). Es una noción de justicia lejana a la de institución y cercana a la de compasión, vinculada ésta a su vez con el concepto de paciencia. Compasión y paciencia se expresan en conjunto también como perdón en el kalâm islámico, según lo comentan Luis Xavier López Farjeat —en su texto “La noción de ‘justicia’ (ʿadl) en el kalām islámico”— y Yasaman Dowlatshahi —en “Indagaciones en el concepto de justicia en el Corán”—: si alguien de algún modo ha hecho algún mal, el Corán eventualmente llega a sugerir borrar las faltas antes que recurrir al castigo, refiere Dowlatshahi (2023, p. 91 y passim).
El perdón podría pensarse como una suerte de dispositivo coreográfico. Las partes implicadas están diferenciadas por excesos o defectos respectivamente: más o menos ofensas, más o menos deudas, pesos distintos que desequilibran o desestabilizan, y luego entonces buscan reorganizarse. Entonces giran, cambian de lugar, buscan algún tipo de equilibrio. Como en una escena dancística, buscan redistribuir los pesos. Pensándolo así, parecería extraño pedirle a esta coreografía que no sea política, en el sentido más extenso del término: lo político como aquello que surge cada vez que hay contrapesos, contrapuntos o asimetrías, y es preciso gestionarlas o decidir cómo se va a encarar la diferencia. Y es precisamente esto lo que veo como una tensión en la perspectiva sobre el perdón y la justicia en Pablo que plantea aquí José Molina Ayala, en lo que ahondo a continuación.
- El caso paulino de la justicia
Empiezo por resumir lo que Molina plantea respecto del tema y con lo que estoy muy de acuerdo. El paulinismo dará un giro al pensamiento judío al afirmar que la justicia y la Ley no van por el mismo camino, o no necesariamente; y este planteamiento es escandaloso por su naturaleza escatológica y por provenir de un judío que quiere, sin embargo, dislocar el judaísmo para que pueda ser desplegado y universalizado. Lo justo y lo legal no sólo ya no coinciden, dice Pablo, sino que incluso la justificación ha dejado de tener como referente principal la Ley escrita para referir ahora a las consideraciones del “alma”, es decir, una justicia no ya por las obras sino por la fe —lejos de la institución, cerca de los contextos, tal como veíamos antes—.
Es central considerar el hecho de que este pensamiento crístico, que forma parte sin duda de un horizonte escatológico, surge no con un imperio militar y económico como escenografía, como paisaje accidental, sino por causa de ese imperio militar y económico, por causa de la configuración política y subjetiva de los imperialismos —en plural— del Mediterráneo y el Asia Menor. Molina Ayala bien comenta en su ensayo que la noción de dikaiosyne en Pablo se comprende en el horizonte de la literatura apocalíptica, la cual es hasta cierto punto política: “el orden injusto de este mundo debía ser superado” por la intervención de Dios, en este caso mediante la encarnación de su hijo. El pensamiento crístico en sí mismo “constituye una crítica al poder político actual, condenado a ser reemplazado por el verdadero gobierno de la justicia”, dice Molina (2023, p. 57).
Y, sin embargo, en concordancia con toda una línea del pensamiento occidental, para Molina esto no implica un destino político en Pablo. Dice en este ensayo que, ante Roma, “no parece muy probable una intención política por parte de Pablo, ya sea de confrontación o de sumisión” (2023, p. 49); y también afirma que en el tarsiota no hay política alguna porque el regreso de Cristo es inminente y por tanto “toda posición en contra del poder político es inútil y superflua” (2023, pp. 49-50). Cristo lo que implicaría es la liberación del mundo y del tiempo: de ese modo es como entiende Molina que entiende Pablo la implementación de la justicia (2023, p. 56).
- Atemporalización, despolitización
Hay aquí una tensión interesante, también hallada en diversas teologías y enfoques teológico-políticos, que está dada en el planteamiento de una figura mesiánica que “salva” a la humanidad de una situación de injusticia social pero sin comprenderse como la implementación de la justicia social: antes bien, como la de una escatología “solamente” espiritual, suponiendo que existe algo así como un “solamente” ab origine o purificadamente, es decir, como el resto que quedaría tras un proceso de despolitización. Es la paradoja de algunas formas del mesianismo, lo que Reyes Mate ha explicado como espiritualizar la salvación al atemporalizar la escatología (2006, p. 51). Tal atemporalización implica declarar un cambio de naturalezas en la situación mesiánica o salvífica: Cristo se explica como la salvación o liberación respecto de una situación de injusticias dadas en el tiempo —en la historia—, pero se declara resuelta la injusticia si y sólo si se despliega fuera de este mundo: es decir, espiritualizando la salvación y despolitizándola. Así, para Reyes Mate, aparece el pecado donde antes había conflicto político (2006, p. 52): se moraliza el problema de los contrapesos y los desequilibrios, antes mencionado en relación con la danza (forzosamente política) del perdón.
El planteamiento paulino, bisagra especial entre el judaísmo y esa-otra-cosa-diferente que aún no se llama, lo que hace, según Molina Ayala, es superar el conflicto político al volverse indiferente a los tribunales y las autoridades del mundo, y por tanto también indiferente a sus injusticias. Otra perspectiva, sin embargo, diría que la salvación crística paulina sólo puede tener lugar mediante la justicia desplegada en el tiempo y en el mundo: sólo tiene sentido en tanto que antimperialista. Para la apocalíptica helenística que da a luz al pensamiento paulino, el fin no ocurrirá a pesar del Imperio, sino para desgajar al Imperio. En ese sentido, nuevamente Reyes Mate nota cómo para el pensamiento apocalíptico “el prójimo no es alguien que necesite de nosotros, sino gracias a quien accedemos nosotros a la humanidad”, y por lo tanto es la condición de posibilidad de la salvación. Esto equivale a una repolitización de la escatología.
Dejo hasta aquí estas reflexiones, que antes que resolver un debate de dos mil años de tradición y que obviamente sigue abierto, lo que buscan es seguir intentando apuntalar argumentos tal como el profesor Molina me ha pedido.
Referencias
Rodrigo Braicovich, “La suspensión estoica del sentido de justicia. Estrategias y dificultades”, Archaí, no. 27, Brasilia, 2019.
Yasamana Dowlatshahi, Luis Xavier López-Farjeat, José Molina Ayala, Silvana Rabinovich, Tzedek, dikaiosyne, ‘adl. Reflexiones sobre la justicia en las fuentes del judaísmo, el cristianismo y el islam, NUN, México, 2023.
Reyes Mate, “Retrasar o acelerar el final. Occidente y sus teologías políticas”, en R. Mate y J. A. Zamora (eds.), Nuevas teologías políticas. Pablo de Tarso en la construcción de Occidente. Anthropos, Barcelona, 2006.