De "La cifra de las cosas"

Lanza del Vasto

Poesía

Versión de Javier Sicilia

El vitral

Y veremos arder el ser y su apariencia

Como arde su abrazo en la redonda rosa,

Cuando muertos y revestidos de nuestros cuerpos inmortales

Subamos blancos como un sacerdote al altar

Los peldaños de este mundo,

Cuando nuestros trasegados cuerpos de cristal

Heridos de cielo y austero esplendor

Revelen el color de nuestro cargo de alma,

Cuando veamos la vida en un inmóvil círculo

Y la materia brotar de sí misma

Y la tierra aliviada

Como el pan transparente de una hostia,

Cuando la vida se pueble de puentes y de alas,

Cuando descifremos el vuelo de la golondrina,

Cuando conozcamos de memoria el mar, verbo de mármol,

Y sepamos qué tardos recuerdos persuaden a los árboles

De llevar por ambiguas ramas, hasta el ápice,

Hacia el cielo impasible sus devotas flores,

Cuando sepamos por qué los santos crecen de pie

Según la ley del trigo y el diseño de las azucenas

Y eso que une

A las vírgenes locas con la malla de su locura,

Cuando se ilumine toda semejanza

Como luz presa en los destellos de la lluvia

Y estrella que se desnuda en la noche,

Cuando entendamos al gato, a la serpiente y al ibis,

La manera en que las rocas meditan sus rubíes,

Lo que busca el puerco con el embudo de su trompa

Y el día que la babosa crea con su baba,

Cuando de la orilla del último cielo,

se desaten, tal palomas a lo lejos, espirales, conos,

Tres triángulos, un cubo y dos dodecágonos,

Para caer y disolverse en suave música,

Cuando todos nuestros pasos llevados de aquí para allá, y su camino

Estañado detrás por el plomo del olvido

Se levanten repentinamente ante nuestros ojos con todas

Nuestras tristezas, nuestros deseos y dudas

Extraviadas, y la urdimbre de los actos cumplidos,

Cuando sepamos por qué otro

Interrumpió nuestro destino o la copa

De dónde brota el vino que regocija las nuestras,

Milagro ignorado en el ruido del festín

Que el yugo que nos doblega el cuello,

Que el error que nos lanzó muy lejos,

Que las penas sufridas una tras una

Abrían un trébol y al instante lo completaban,

Cuando se despliegue nuestro pasado

Iluminado de dolor y bordado de desastres,

Aunque una distraída risa haya roto su centro,

Cuando nuestro espíritu sepa, como este vitral sabe,

Por qué la eternidad vuelve valiéndose de los astros,

Por qué Dios, desbordando su perfecta forma,

Hizo este mundo y quiere derrotarnos.

Resurrección

Cuando suene la última trompeta

Reventarán los muertos la desnuda tierra

Como restalla el trueno en plena nube

E izarán el asta sin bandera

Con su seco esqueleto. Mas cuando el Hijo

Y María en su cuerpo de lirio

Aparezcan en un claro entre las nubes

Como la primavera sobre el campo,

Esta carne, ah, tierna compañera

Brotará de los huesos como aterida hoja.

Oración de Mediodía

Quita el muro, la calle y lo demás,

Quita el grito, la risa, quita el gesto,

Quita el dolor y el gozo de esa gente,

Quítame la esperanza como a ellas,

Quita este árbol feraz y aquellas rocas,

Quita este mar que estalla contra ellas

Y este cielo que aferra mi mirada,

Borra a esas mujeres y estas flores,

Quita el aroma a hierba, quita el ruido

Del viento y esta nube y esto otro,

Que tanga al fin yo el rostro de la noche

Si es la última mascara en la Tuya.

Mujer

El viento es suave entre tus dientes,

El mar se acerca, y habita en tus párpados,

Tu cuerpo, nube y piedra,

Lleva la vida y el árbol por dentro

Y en el ramaje de tus venas canta la noche.

Al olvido de tus playas,

A su blancura, oh, signo de carne,

Nuestro clamor y nuestras penas

Han rendido su ofrenda.

Epitafio

  Es como la muerte

El dorado desierto de las arenas,

El oscuro desierto de los mares profundos,

El desierto helado de los extremos del mundo,

El desierto puro del cielo inmortal.

Es como la muerte

El desierto de un gran corazón sin deseo ni remordimiento.

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