Atardezco
I
Parir el mundo
contraer, expandir:
un breve abril.
II
Estremecida
soy caracola alada
expuesta, airada.
III
Circular pende
el limón amarillo.
Sombra verdácea
IV
Cuán delirantes
estas aves sinfónicas
que arden y ebullen
V
Mi piel morena
hojas envejecidas
Mímesis ocre.
VI
Embadurnada
Nacer, morir, nacer
Agua, hojas, tierra.
Preludio a mi muerte #1
Tautología, esquirlas.
Todo es y ha sido,
preludio a mi muerte.
Ah, si tu cuerpo nocturno niña,
me sostuviera en este vuelo hacia la muerte,
si tus piernas de aguacero
me llovieran este cuerpo árido,
si tus arranques de enojo
fueran marea para llevarme a casa…
Ah, pequeña rufiana e insolente dictadora.
Tu alma seguirá sola de aquí en adelante.
Pero aún tu presencia es pasajera.
La muerte me recuerda
que fui niña.
Y en esa soledad perenne
habitaré con todas mis ancestras.
Desapareceremos a destiempo,
será un silencio sin nadie que lo escuche.
Será hija, sin embargo, un silencio de todas.
Preludio a mi muerte #2
Cierro los ojos.
Con nítida crudeza apareces.
Olisqueo la piel de la melancolía,
se agolpa el tiempo transcurrido,
la vida se desdobla
y entreveo su hermosa desnudez,
sus contornos vivaces y lúbricos,
las cavidades ominosas de la infancia,
me detengo en su vientre amante,
mullido,
apercibo la calidez de sus oquedades.
Me presencio a mí misma joven, sufriente, confusa.
Su cuerpo lánguido, enmudecido,
impávido al ser mirado me seduce.
Lo recorro con mi lengua de mujer poeta
y se estremece, acuosa tiembla,
sus senos henchidos de deseos estallan contra mi rostro;
en convulsa alucinación
el pasado y yo: alcanzamos el clímax.