¿Capitalismo democrático?

Raudel Ávila

Reseña

Wolf Martin, The Crisis of Democratic Capitalism, London, Penguin Press, 2023, pp. 496.

Wolf Martin, La crisis del capitalismo democrático, trad. Javier Guerrero, Madrid, Deusto, 2023, pp. 496.

De la inmensa biblioteca que ha producido el estudio del fenómeno del retroceso democrático en el mundo, el mejor libro, en mi opinión, es The Crisis of Democratic Capitalism de Martin Wolf (ya dispone en traducción al español). Wolf, comentarista en jefe de temas económicos del Financial Times, es una de las voces más autorizadas del análisis financiero con perspectiva liberal en el mundo. Durante años, miles de seguidores en todo el mundo hemos aprendido y entendido mejor la economía internacional gracias a sus columnas de opinión. En esta nueva obra, Wolf hace una reflexión de largo aliento sobre el matrimonio que permitió el gran desarrollo de los países occidentales: el de la democracia y el capitalismo. Wolf inicia su libro con un estudio histórico de esos dos modelos que empezaron siendo rivales. La democracia exige darle el poder al electorado, a la población en general, literalmente al pueblo. Por su parte, el capitalismo le rinde pleitesía al mercado, al poder del dinero y, en el mejor de los casos, a su administración técnica. No es un sistema cuyo objetivo sea favorecer a las mayorías. Durante el siglo XIX esos dos modelos caminaron por carriles distintos, pero la irrupción del totalitarismo fascista y comunista en el siglo XX los orilló a un matrimonio de conveniencia. Liberales y demócratas unidos en el modelo del capitalismo democrático representado por Estados Unidos y sus aliados de Europa Occidental, vencieron a los nazis y a la Unión Soviética. Al mismo tiempo que unían fuerzas para combatir a sus enemigos comunes, la democracia y el capitalismo construían las sociedades más prósperas y más justas que ha conocido la humanidad. Un arreglo social que combinaba con altas tasas de crecimiento económico e indicadores de desarrollo permanentemente al alza. Eso dio lugar a etapas doradas del Estado de Bienestar, las décadas que los franceses llaman “los treinta gloriosos” (1940-1970), así como la satisfacción y aceptación popular del capitalismo democrático como el mejor modelo posible.

Poco tiempo después de la Guerra Fría, a partir de los años del neoliberalismo, cuando el enemigo comunista parecía ya no existir como amenaza para el mundo democrático, las sociedades capitalistas aumentaron progresivamente sus niveles de desigualdad y se desinteresaron de la opinión de sus gobernados. Tanto así que participaron en guerras que tenían una profunda desaprobación popular, como la de Irak. El colmo llegó en 2008 con la crisis financiera global que terminó de dislocar la legitimidad del sistema capitalista democrático a los ojos de las mayorías. El sistema no sólo no se interesaba en ellas, sino que protegía a quienes ya de por sí eran ricos con enormes rescates financieros pagados con los impuestos de las mayorías. A partir de entonces los movimientos populistas, principalmente de extrema derecha, crecieron en los países occidentales. El acuerdo tácito entre las élites y la población, junto con la simpatía popular empezó a inclinarse hacia demagogos que prometían destruir a las elites tradicionales y vengar a los olvidados.

Según la educada opinión de Wolf, el capitalismo democrático necesita restaurar su unión con las masas mediante un ambicioso programa reformista que puede verse en el espejo de figuras del siglo XX como Franklin Delano Roosevelt y su New Deal en Estados Unidos y Clement Attlee con la creación del estado de bienestar británico. Mientras no se adopten medidas sociales así de agresivas, adaptadas a las condiciones y necesidades sociales del siglo XXI, el capitalismo democrático y las sociedades occidentales correrán el riesgo, según Wolf, de fracasar. Están asediadas por dos enemigos: el autoritarismo demagógico estilo Trump y el autoritarismo burocrático estilo China. Wolf mismo sugiere una lista de propuestas para reformar el capitalismo democrático a escala local e internacional, pero duda de su adopción por las grandes potencias. El libro tiene la lucidez de todos los grandes textos ingleses, ni excesivamente pesimista ni ilusamente optimista. Pone frente al lector el dilema histórico que enfrentan las democracias del mundo ante sus propias insuficiencias, pero también ante sus enemigos. Está en manos de la gente proteger y preservar el capitalismo democrático o sucumbir a la tentación de los populismos autoritarios.

 

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