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Indicios del mal
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Poesía

Oral

Francisco Torres Córdova
Poesía

Con Copelia

1

Me tomas la palabra de la boca

por tu boca llego a mi silencio

en tu boca me quedo    y queda

el pasmo de la voz.

2

La ciudad ahora corcovada

sopla un aliento de cuchillas 

y tiende celadas a los pies

a pleno sol o a plena noche

abre la sombra de su manto al horizonte

nos sigue a todos nos calcula

nos punza la frente con su ojo

repica su amenaza en los oídos

derrama en los asfaltos

su nada amarillenta

que deja en las puertas y ventanas

su oscuro garabato

 

y con la boca seca

los dientes grandes de granito

amasa su demencia

nos muerde las palabras

y funde los metales de su ruido 

en el blando silencio de los huesos

se dilata en todas las distancias

para tenernos siempre cerca 

y estar a su arrebato

a su despojo

cómo entonces si no

la punta    el agua 

el celo de la lengua

que tallan el beso y el sentido

para romper su manto

para cegar su fuego.

3

La ciudad adentro desprendida

más allá de sí misma y con nosotros 

que eriza la arena en los desiertos

el agua muerta tantas veces muerta

los grandes hielos abatidos

el tizne de los árboles el cielo

que crispa las venas de los ojos

y enloda los pulmones y los pies

el paño de los vientos en jirones 

azota la frente y los oídos

se ensaña se hueca y se vacía

la tierra desterrada

hinchadas sus semillas de veneno

no llegamos solos aquí

y aquí varados solos nos dejamos.

4

Oculto apenas 

el rostro cruzado por la sombra 

roído lentamente por el miedo

que la ciudad fermenta

afuera contrahecho 

el tumulto insomne amoratado

empuja y atropella

su propio paso sudoroso

la mente anclada a su deriva

porosa la piedra del alma

siempre en alerta 

al ojo del peligro que la sigue

su acero su tajo su relumbre

péndulo que a todos avejenta

con su doble cuenta de los días

que ahoga el agua en la basura

la merma la espesa la amordaza

y rasga el intestino y el aliento

y así nos dice quiénes somos

en su lengua negra sin vocales

que en la boca nos quiebra la palabra

nos rompe el nombre y lo dispersa.

5

La ciudad detrás de la ciudad

su lecho quebrantado 

en la cal viva de las armas

la ciudad    todas las ciudades

sitiadas desde adentro

en cada uno cada cual

la soledad curtida en el espejo

el tiempo de su luz envejecido

entonces con sigilo vegetal

en las raíces de hormigón 

en el filo vidrioso de los muros

al ras de los umbrales y más lejos

en el eco dormido en los rincones

al otro lado de los ruidos

 

la lengua aflora a contrapelo su silencio

su músculo brillante y primitivo

pulsa las fibras 

del otro nombre que tenemos

el otro   el que nos dice

el primero del agua

que nos moja los labios

y nos da el sabor que nos sabemos.

* Los poemas pertenecen al libro del mismo nombre, de reciente aparición, en edición del autor.

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